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LEYENDAS

PACASMAYO

La novia del diablo

 

En la calle Leoncio Prado vivía una anciana con una nieta, joven muy buena moza. No se conoce todos los pormenores íntimos de lo que sucedía entre ellas, pero llegamos a saber que la tal abuela había entregado a su nieta como novia del diablo.

Cierta noche vino el diablo par llevarse a su novia. Ella tan luego se dio cuenta de la malévola intención se escapó yéndose a refugiar en la casa de una vecina en la misma calle. Esta señora era muy religiosa. La joven le contó todo lo que le sucedía.

Cuando se acostaron y apagaron la luz la señora sintió que alguien le tocaba su cuerpo. Dio un grito y encendió la luz. No había nadie, además la puerta estaba bien trancada. Tímidamente abrió la puerta de la calle en la esquina había una figura como de un hombre... de inmediato cerró la puerta llena de miedo...

Al día siguiente fueron al sacerdote y le contaron lo que les sucedía. El sacerdote después de oírles preguntó a la joven si tenía novio. Ella dijo que sí. Le aconsejó que se case lo más pronto posible y que salieran de Pacasmayo. Así lo hicieron. A los pocos días del matrimonio de la joven, la abuela desapareció de su casa, fue encontrada muerta por la carretera del cruce a Cajamarca.

SAN PEDRO DE LLOC

El Tesoro de Cupisnique (San Pedro)
Corría el año 1767, el Virrey don Manuel de Amat, recibe la orden del Rey de España de expulsar a los Jesuitas del Perú y decomisar todos sus bienes. Los Jesuitas queriendo evadir esa orden, procuran sacar sus riquezas a escondidas. Dichas riquezas consistían de monedas de oro, plata y un sin número de joyas, etc... En ese afán llegan a San Pedro de Lloc. Allí reciben informes de que la justicia del Virrey les estaba siguiendo los pasos. En su desesperación para no dejarse caer en las manos de la ley, se internan por el desierto de Cupisnique, en donde entierran las vastas riquezas, matan las 40 mulas y ellos desaparecen...
Desde entonces este fabuloso tesoro ha venido royendo las extrañas de los pacasmayinos. Algunos han sido favorecidos al encontrar el tesoro, palparlo y hasta echarse algunas monedas al bolsillo. Pero de allí no han pasado, de manera que el tesoro permanece intacto a la espera de quién vaya a buscarlo.

GUADALUPE

LA VIRGEN DE GUADALUPE

Dice don José María González en su “Monognifia de la Provincia de Pacasmayo” que, encontrándose el capitán don Francisco Pérez Lezcano en peligro de muerte en la ciudad de Trujillo, se encomendó a la Virgen e hizo la promesa de traer una imagen de España para la venera­ción del pueblo si lo sanaba.

La petición del militar fue oída, por lo que después de ser sanado viajó a España para traer la imagen prometida. A su retorno desembarcó en el puerto de Chérrepe. La virgen fue colocada en la capilla familiar de la encomienda. Al día siguiente, mientras alistaban la peara de mulas para dirigirse a Trujillo, el animal en el que se había colocado la virgen des­apareció misteriosamente y toda búsqueda resultó en vano. El piadoso militar comprendió que el deseo de la virgen era quedarse en la enco­mienda, por lo que cedió su custodia a los padres agustinos, a quienes, además, les donó un terreno para la edificación de su templo.

Los padres agustinos trasladaron la imagen a las faldas de un cerro situado en las inmediaciones del actual pueblo de Guadalupe, conocido desde ese entonces como el “Cerro de la Virgen”. A uno de los religiosos le vino el propósito de construir una capilla de cañas, y en ella, un altar dedicado al Padre San José. La construcción se complementaba con un pozo de agua, un naranjo y un romero, y hasta allí se retiró a vivir el fraile. Al vulgo fanático se le hacía creer, en ocasiones, que la virgen huía del convento hacia esa casa, y que para hacerla volver tenía que colmársela de rogativas y ofrendas. La casa domina todo el valle y aún se conserva en regular estado.

JEQUETEPEQUE

El CERRO DOS CABEZAS

Cuenta la leyenda que durante la “era de los gentiles”, dos hermanos, habitantes del lugar, encontraron una pequeña serpiente de dos cabezas a la que adoptaron, llevándosela a vivir con ellos. Este animal no era una serpiente común, era un demonio que crecía día a día, de manera exponencial, conforme se alimentaba. Cuando la serpiente alcanzó el tamaño de un hombre, los habitantes del pueblo obligaron a los hermanos a deshacerse de ella, pues ponía en peligro no sólo la vida de los animales que criaban, sino la de los mismos vecinos. trataron de abandonarla pero regresó

En el momento en que la serpiente de dos cabezas llegó a ponerse a tiro para devorarlos, el cerro Blanco se abrió y por él entraron todos los pobladores de la aldea, cerrándose a su paso. Cuando el peligro pasó, los hombres salieron desde las entrañas de la montaña tras lo cual esta se cerró. La línea negra que atraviesa el cerro Blanco sería la cicatriz que quedó tras esta experiencia sobrenatural. Viendo que este cerro era mágico y que el dios de la montaña les había ayudado a ocultarse de la serpiente, los hombres construyeron en su honor el templo que ahora conocemos como la Huaca de la Luna y vivieron a sus pies, fundándose la ciudad que ahora los arqueólogos y conservadores tratan de entender, desentrañando sus secretos para el mundo.

SAN JOSÉ

CERRO PITURA

En la cumbre del Cerro Pitura existen restos de construcciones antiguas. Parece que los primitivos pacasmayinos tenían allí un puesto de vigilancía. También se ven esparcidos restos de cerámica de fabricación rústica y piedras negras de origen volcánico. 

Se dice que en tiempos antiguos, frente al Cerro, el río Jequetepeque se dividía en dos ramas. Al brazo del norte le llamaban AÑI, y al del Sur, Jequetepeque. En 1818 se produjo un aluvión que redujo a un solo ramal. Muy cerca al Cerro esta la "Boca Toma" de la acequía de San Pedro de Lloc. Además el Cerro es la Línea divisoria entre las provincias de Contumazá y Pacasmayo. 

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